domingo, 11 de julio de 2010

Permiso para reír










Hoy tengo permiso para reír.
Porque sí.
Porque me da la gana.
Por la lluvia.
Por el viaje en bote.
Por el viento en la cara.
Por el frío.
Por el calor.
Por mi familia viendo el mundial en la tele.
Por el desayuno.
Por esa película que me movió el corazón.
Por la foto.
Por la nota Sol.
Por un trabajo pleno.
Por andar en pijama a medio día.
Por la fe.
Por los proyectos que se dibujan y los que se sueñan.
Por la Fridita en la mesa de noche.
Por la montaña en el patio.

Porque sí.
Me doy permiso de reír hoy.
Y creo que mañana también.

jueves, 10 de junio de 2010

La escogida, o sea, yo

Eso de que lo escojan a uno tiene sus pros y sus contras.

Muchos andan por la vida con el trauma de ser el último en la fila antes de jugar bola, ese que no escogen, ese al que no reciben con alegría porque (como yo) no es muy habilidoso que digamos en las lides deportivas.

Si a alguien se le ocurre escogernos para dar un discurso, sudan las manos, empiezan los calambres mentales y todo eso que preparamos durante semanas se borra ante nuestros acongojados ojos y ante los no menos acongojados espectadores.

Cuando te escogen para algo, lo que sea, siempre habrá quien se alegre y corra a felicitarte... claro, mientras otros tantos se quedan en la esquina cuchicheando que no te lo merecías, así sea que te escogieran para sacar la basura.

Si esa persona te escoge como pareja y vos lo escogés... puña! como que la vida se pone más bonita y soleada.

En ese momento, cuando una de tus mejores amigas, esa que conocés desde la escuela se va a casar, y un martes cualquiera decide llamarte y te dice: "¿querés ser testigo de mi boda?"... y te escoge a vos para dar fe de que ama a su pareja y quiere unirse a él... no podés más que evadir el trauma de que tus amigas se casen, ignorar que te sudan las manos, correr a felicitarla y alegrarte de que la vida se ponga más bonita y más soleada!

Gracias chama por escogerme para algo tan importante! :)


PD. Foto de @rocasaca www.enfoquesyperspectivas.com

lunes, 25 de enero de 2010

Isidoro al ataque

Un domingo de estos, después de un intento fallido por tomar fotos en cierto parque de atracciones ubicado ahí como despuesito del Hospital México (¿cómo no van a dejar tomar fotos? ¿y si uno quiere dejarse un recuerdo del día? lo que es no entender el efecto multiplicador... pero eso es arena de otro post) mi querido noviecito (awwww) y yo cruzamos la calle para irnos a almorzar a Zarcero.

Era un domingo bien soleado. Lindo.

Esperando el bus me senté en una de las paradas, de esas que tienen 4 asientos. Todos estaban vacíos y yo me senté allá en el extremo, en el último, a ver el periódico... como quién no quiere la cosa.

Leía muy atenta la revista de los domingos cuando sentí una aproximación extraña del tercer tipo (me pregunto cuál será una del primer tipo o del segundo...). Una presencia sigilosa. Dirigí mi mirada lentamente hacia la izquierda, buscando la fuente de esas vibraciones extrañas que perturbaban mi lectura. Y ahí estaba.

Mirándome.

Ahí, sentado a mi lado.

Cerca.

Muy cerca.

Demasiado cerca.

(¿ya les comenté que los demás asientos estaban vacíos y aún así "el extraño" se me sentó a la puritica par?)

Cerquitititititica.

Nuestras miradas se cruzaron - inserte música de tensión narrativa... (qué diantres es música de tensión narrat.... ah qué importa!)

Pero retrocedamos un poco en el tiempo. Y cambiemos de narrador. Ahora imaginemos lo que sucedía en la cabeza de "el extraño".

Es un domingo cualquiera. Después de visitar la capital y realizar algunas diligencias, con saco de gangoche al hombro y sombrero de salir, voy camino a mi pueblo de nuevo.

Allá a lo lejos, en el último rincón de esa solitaria parada de autobús, la veo.

Es hermosísisima (jojo... recuerden que este es mi blog y aquí yo soy hermosísisima y punto) y parece que está sola, leyendo el diario. Misteriosa.

Con movimientos felinos me acerco, ignoro los sitios vacíos y me siento a su lado. Muy cerca. La miro de arriba a abajo. Siente mi mirada...

Y diay! (cambio de narrador otra vez, ahora sí soy yo)

En ese punto estaba yo ahí sentada en la parada del bus, con el periódico en la mano y con Isidoro sentado casi nariz con nariz.

Él y sus como 70 vueltas al calendario mirándome con cara de galán de telenovela.

¿Qué iba a hacer yo?

Pues obvio, prestarle el periódico!

(claro eso después de que se corriera un asiento con un resignado "diay siéntese ahí" cuando identificó en el área a mi novio con cara divertida de: ¿y este viejillo que?)


¡Oh los domingos! ¡Ojalá tuviéramos unos tres por semana!


Fotografía: por @rocasaca
(sí, el de la foto es el mero-mero Isidoro, ya después cuando nos montamos al bus!)